No, no me equivoqué con el título. Muchos pensarán que estoy loco, pero el burnout puede llegar a ser un amigo o hasta maestro.
Mi historia
A lo largo de mi vida sufrí de “burnout” en 3 ocasiones… aunque puedo detectarlo ahora, ya que hace varios años atrás este término era totalmente desconocido.
La primera vez se dio en un ámbito laboral, después de estar trabajando 3 años en una consultora. Como todo trabajo, al principio todo iba perfecto, pero a medida que pasaba el tiempo las exigencias y el maltrato iban creciendo… hasta que mi cuerpo no dio más y “reventó”. Luego de varios estudios médicos que corroboraron mi salud física, decidí renunciar a ese trabajo. Al poco tiempo ya me sentía anímica y físicamente casi normal.
Me reencontré con este “amigo” unos años más tarde, realizando un curso. Si bien el mismo era intensivo y eso ya genera una cuota de estrés, el destrato y las sobreexigencias de parte de quien lo impartía y debía cumplir la tarea de mentor fue sumando a que mi cuerpo y cabeza vuelvan a “explotar”, esta vez mucho más fuerte. Incluso quedé tirado en la cama sin fuerzas de nada por varios días. Fué tanto el impacto, que llegué al punto de odiar esta profesión. Nuevamente, me tomé un respiro y volví a mi estado normal tanto física como mentalmente.
En aquellos tiempos no se hablaba del “burnout” como tal, por lo que la respuesta más sencilla siempre era que necesitaba descansar, nada más.
La tercera vez, supe reconocer a mi “amigo” cuando estaba llegando, antes de que me saludara. Siendo consciente de lo que estaba empezando a sentir y hacia dónde me estaba dirigiendo, apliqué medidas como:
- Ponerle límites a mis horarios laborales
- Retomar la actividad física
- Buscar tareas relajantes como caminar, andar en bici, leer o dedicarme a la música.
Todo esto acompañado de un entorno que me ayudó a cumplir estas reglas, aún cuando me autoboicoteaba.
Entonces… ¿por qué amigo o enemigo?
Si bien es un enemigo que puede llevarnos a situaciones muy graves, poder reconocerlo a tiempo termina haciéndonos ver lo importante de la vida: la salud. Y nos recuerda la importancia de disfrutar de otras actividades que nos ayudan a vivir en armonía.
Solemos valorar la salud sólo cuando no la tenemos. Pero debemos ser conscientes de que tenemos una sola vida, y que por más pasión y disfrute que tengamos por nuestra profesión, si realmente queremos rendir debemos cuidarnos tanto física como mentalmente.
Existen muchísimas herramientas para detectar tempranamente el burnout, y también es recomendable buscar ayuda profesional.
Entonces… podemos decir que el burnout es ese amigo que al principio nos cae mal, pero cuando lo conocemos se convierte en una pieza clave para aprender a disfrutar y valorar lo que tenemos.